miércoles, febrero 22, 2006

Así se sintió el Pueblo de La Costa


Tal como surgió espontánemaente de la fotografía, se sintió la gente, los vecinos y habitantes del Partido de la Costa.Como si le estuvieran introduciendo el anular en su futuro.

Los políticos que manejan los destinos comunales del Partido de La Costa, otra vez de manera insensible y cubiertos de una meliflua capa de soberbia -por el deleite que produce el inmenso poder del que están disfrutando-, creen a ultranza que son los dueños de la verdad.
En ese camino, tal como depredadores profesionales, talan esperanzas, lealtades y libertades por aquella simplista razón de que es así porque lo decidió subancada que ha sido elegida por el pueblo. Y en haras de esa democracia ficta, toman sin evaluar consecuencias, del bolsillo del contribuyente.
Son, descendientes del Partido Justicialista, ahora dicen llamarse Frente para la Victoria, y como miembros de esta época post-neoliberal que dicen pretender a las fuentes pero utilizan como base al neolberalismo como impulso motor de sus andanzas, no escuchan .como decía el general Perón-, que cuando el pueblo se queja y no se lo escucha, se sentirá el tronar del escarmiento. Sobre todo, porque según dicen los militantes: "Un peronista jamás vota contra el pueblo"...

lunes, febrero 20, 2006

jueves, febrero 02, 2006

Acerca de algunas respuestas

¿Llegó el post-neoliberalismo?

Una respuesta del Concejal (FpV) Cr, Germán Unales, motiva el análisis en esta nota. Cuando los procedimientos de los hombres quieren sustentar decisiones a partir de tecnicismos, pueden quedar desplazados los valores de las cuestiones sociales.

Un ejemplo de silogismo es el siguiente: todas las virtudes son dignas de elogio; la generosidad es una virtud, luego la generosidad es digna de elogio. Son varias las reglas que rigen las inferencias del silogismo correcto; si se viola se comete una falacia formal.
Las falacias informales no son en la práctica errores en la estructura formal de un argumento. Con todo, se basan o bien en un fallo evidente que resulta relevante en la conclusión o bien en alguna ambigüedad lingüística. Entre las falacias informales cabe mencionar las que defienden la validez de una conclusión apelando a la fuerza, a la piedad, a la autoridad o a las creencias populares. Inquirir por lo que se pregunta o asumir en las premisas lo que ha de ser demostrado es también una de las falacias informales que deben destacarse. Las falacias de ambigüedad incluyen conclusiones erróneas basadas en un uso equívoco del lenguaje.
Plantear la “Ley del rendimiento decreciente” para avalar la actitud de apoyar los Decretos 324 y 325 en el Honorable Concejo Deliberante del Partido de La Costa, si no es una falacia, entonces puede caberle la figura del “despropósito”.
No se discute en la presente ni la calidad moral ni la capacidad intelectual del Contador Germán Unales quien apeló -para justificar el voto afirmativo de la reconversión y el despido de personal del Concejo Deliberante-, a la ley de rendimientos decrecientes, desarrollada durante el siglo XIX, y que se aplica al mundo físico de la producción.
En la actualidad, existe desarrollados por Fiona Czerniawska (directora gerente de Arke Ideas Consulting), y Gavin Potter (socio de la consultora Pricewaterhouse Coopers), el concepto de rendimientos crecientes para explicar cómo y por qué un negocio virtual es capaz de superar en desempeño a un negocio físico convencional bajo tres reglas primordiales que son: Elevados costos de instalación, Efectos de red y Retención de clientes.
Tampoco cuadra en la ocasión, desarrollar este tema, pero sí dejar sentados algunos conceptos: Primero que la realidad de las necesidades del Concejo Deliberante de La Costa, marca que parece una falacia pretender explicarlo bajo esos argumentos que describió Unales.
En segundo lugar: siempre hay una Ley superadora –que en este caso Unales pareció ignorar-, pero es necesario que se la aplique en el ámbito correspondiente y en el momento oportuno.
Finalmente, parece poco ajustado a la tradición Justicialista, ni siquiera apegada a los más terribles designios del insensible neo-liberalismo menemista, que se le explique a Susana Caubet cómo atender a la persona que tiene a su cargo, a Héctor Cacciabue como sostener a su familia y a Juan Carlos Castagno como paliar el costo de sus medicamentos, sin un trabajo estable que se habían ganado con un esfuerzo de más de quince años, en algunos casos más, de entrega al servicio municipal, con el argumento de que apliquen en sus hogares la Ley de rendimiento decreciente